El siguiente paso, será desarrollar máquinas que vuelen por sí solas, ampliando mucho más el abanico de aplicaciones. Para que esto sea posible, los drones deberán ser capaces de detectar y responder a su entorno local, alterando su altura y trayectoria de vuelo para evitar chocar con otros objetos en su camino.
Si logran una autonomía fiable y evitar las colisiones, los drones podrían empezar a asumir tareas demasiado peligrosas o lejanas para los humanos, como por ejemplo:
·
Comprobar
las líneas de energía eléctrica.
·
Entregar
suministros médicos en casos de emergencia.
·
En el
campo de la agricultura, recoger y procesar grandes cantidades de datos
visuales desde el aire para permitir un uso preciso y eficiente de los insumos,
como los fertilizantes y el riego.
Básicamente, los drones son robots que operan en
tres dimensiones, en lugar de dos, por lo que los avances en tecnología
robótica de última generación acelerarán su llegada.
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